viernes, 2 de julio de 2010

Volver a ser pionero

Por Amauris Betancourt.

La nostalgia me montó en la máquina del tiempo esta mañana en el semi-internado Calixto García de la Ciudad de Holguín, colmado de pioneros –alumnos de estudios primarios o elementales en Cuba. Y aunque no fui pionero de lágrimas, que asoman con más facilidad en las féminas, apenas pude retenerlas, como padre, en el Acto de Fin de Curso para muchos pioneros y de Graduación para otros.

Los padres de ojos brillosos estaban tan felices como orgullosos y enjugaban sus ojos con la misma premura y encogimiento que sus hijos pioneros. El llanto suprimido provenía de pioneros y padres, de emociones y tristezas, de la poesía y la música de la gala cultural.

Atrás se dejan muchos amigos y amigas; también maestros que han marcado una importante etapa del desarrollo de sus vida; quizás los primeros destinatarios de los incipientes amores infantiles.

Los que continuarán estudios se convirtieron en testigos de la angustia de los que el próximo año inician los estudios de la Enseñanza Media con un futuro nuevo ante ellos. Comienza, a la vez, la adolescencia, vital período de la existencia humana.

Y como recordar es volver a vivir, al decir de algún poeta, regresé a ese pasado siempre anhelado y recordado, a ese momento que marca tránsito en la personalidad, cuando el mimo sede a la circunspección en la adolescencia masculina y a la naciente madurez en las jóvenes.

Quizás estos pioneros, en dos meses estudiantes de nivel medio, ignoren todo esto pero las emociones cuando se vence una etapa, y las angustias por lo que se pueda perder, son difíciles de expresar, a su edad, con otro gesto que no sea el llanto purificador.

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