lunes, 29 de noviembre de 2010

La Ruta del Son por los caminos del Chan Chan

Por Mailyn Betancourt Verdecia.

Como por arte de magia La Ruta del Son dejó de ser sueño de almohada y a ritmo de chan-chan, arrancó por tercera ocasión a todo tren, o lo que es casi igual, a toda guagua porque nos desplazamos en ómnibus.


Entre sones, sonrisas, banderas al aire, kilómetros y sabor de buen cubano, el primer alto: el camposanto de Barajagua, sitio donde reposan los restos del más universal de los artistas gráficos holguineros, Tomás Rodríguez Zayas. El Tomy, sin más presentaciones, tan sencillo como el pueblo que lo vio nacer.

Hasta allí, cada sábado llegan músicos a cantarle; y el visitante, flor en mano, rinde merecido homenaje a su obra. Entonces con el hermoso paisaje como testigo, parecía cobrar vida el exergo martiano parafraseada frente a su tumba, porque la muerte no es verdad cuando se ha hecho mucho en bien de la humanidad.


Continuada marcha nos lleva hasta Alto Cedro. Al lado de la vieja estación de trenes inicia la interacción con la comunidad. Una florista, un sexteto defensor de la vieja trova, la gente del pueblo, nos recuerdan por qué estamos ahí: para descubrir las potencialidades comunitarias y garantizar la sostenibilidad cultural del lugar.


Algo si está claro; este es apenas el comienzo, faltan muchos sueños por cumplir: recrear la vieja estación, crear una biblioteca pública, dar sitio a una librería, incorporar masivamente a los habitantes a estas actividades.


Llega la hora de seguir camino; el poblado de Cueto espera. Andadas por los caminos del chan-chan provocan el encuentro con la historia. En la biblioteca, su patio se presta para el diálogo con los amigos; proyectos futuros muestran que se habla en serio: una galería, un sitio abandonado que promete convertirse en espacio útil; en fin, sólo queda trabajar, unir esfuerzos y voluntades.

Raúl Prieto y su grupo amenizan la tarde; la música corre libre por las venas, el lugar retumba.

Estudiantes extranjeros del pedagógico han acompañado a la prensa en el recorrido. Ya resulta imposible detener el movimiento arrollador que se ha despertado; sin dudas una idea muy bien concebida que empieza a rendir sus primeros frutos.



Ahora ¿qué sigue? Ah, claro; ``de Alto Cedro voy pa' Marcané, llego a Cueto voy para Mayarí¨: último lugar de la ruta. Calurosa bienvenida nos espera al compás de la Banda Municipal de Conciertos.


Mayarí invita a conocer más sobre su patrimonio. Llegamos hasta el museo, testigo de la entrega de fotografías que captan momentos inolvidables: la develación de un monumento a la madre de Frank Fernández, los primeros extranjeros que protagonizaron esta ruta, la visita de agrupaciones musicales del ámbito nacional; muestran el permanente intercambio en el territorio.


En la galería acontece la muestra fotográfica del canadiense Robin Thom y el holguinero Juan Pablo Carreras, 10 imágenes que pasarán a ocupar lugar permanente del sitio. Las agrupaciones Taínos de Mayarí y Mambo Fino se encargan del resto de la actividad, ritmos contagiosos que sacaron a bailar hasta al más arrítmico.



Así concluyó la jornada. Al final del día todos teníamos una experiencia nueva que contar; habíamos sido protagonistas además, de sesiones de trabajo que involucraban a investigadores, comunicadores y a un equipo de profesionales, quienes colocaron en alto su capacidad creativa para reinventar y rescatar las raíces de estos pueblos.


Es seguro, la ruta no es más que un pretexto para obligar a recorrer la provincia, llevando consigo a las principales figuras artísticas del territorio. Es un día para estar más cerca de nuestros antepasados, una grata experiencia que estamos seguros pasará a la posteridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario