viernes, 3 de febrero de 2012

Sara González, voz inolvidable


Sara González en su último concierto en la ciudad de Holguín, el 13 de junio de 2009.
Texto y fotos Amauris Betancourt.
Mi primer encuentro con Sara sucedió hace casi 15 años, durante mis días de estudiante universitario. Fui al concierto por embullo de amigos. Había oído hablar de ella –Cuba entera la conocía entonces–  pero su música no me gustaba, pensaba yo. Hacía un concierto muy cerca, en el edificio 18 plantas de nuestra ciudad de Holguín, a menos de un kilómetro de la universidad. Quizás eran días de Romerías de Mayo –no lo recuerdo bien-  y había actuado antes Ángel Quintero.
Su voz y mirada me impresionaron sobremanera. Su voz, potente y firme, me estremeció; su mirada, elocuente, diáfana y pura, me fortaleció sin espacios a dudas. La voz de Sara afianzó mi amor por los míos y Cuba. Y el público, mayormente jóvenes, la aplaudía fuertemente en gesto de agradecimiento, por el disfrute de escucharla en vivo.
Sara volvió a Holguín 12 años después. La acompañaban Heidy Igualada y Martha Campos. Realizaba una gira nacional y actuó en el cine-teatro Ismaelillo. Y Sara era la misma, desenfada y carismática; convencida, profesional. Y compartió sus planes con nosotros. Estaba contenta de regresar a Holguín. 
Concierto de Sara González con las invitadas Marta Campo y Heidy Igualada como parte de su gira nacional en el cine-teatro Ismaelillo de la ciudad de Holguín, el 13 de junio de 2009.
La música y vida legadas nos hace sentir orgullo. Saberla nuestra, siempre presente, representa un honor. Y Sara González, consecuente hasta la muerte, se entregó al pueblo al que le cantó, en eso gesto extraordinario de esparcir las cenizas al mar, frente a las aguas de la capital de todos los cubanos. La pone donde siempre se sintió bien: al lado de su querido pueblo, que no solo es Cuba, sino todos aquellos ansiosos de libertad en otros lares del mundo.

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