viernes, 26 de diciembre de 2008

Expo de fotografía “Holguín: 50 años de Revolución”

Por Manuel García Verdecia.

Un gran poeta decía: El ojo que ves no es/ ojo por que tú lo veas; / es ojo porque te ve.Y estos versos me sirven para, extrapolándolos, referirlos al arte del fotógrafo: no lo es porque veamos sus fotos, lo es principal y significativamente porque confirmamos que ve. Ver que es voluntad, sensibilidad, conciencia de una perspectiva y una función. La exposición de fotografías que abrimos a los ojos de todo el que quiera mirar, esta dedicada a ser un homenaje al evento más decisivamente transformador en la historia de nuestro país, el triunfo de la Revolución Verde Olivo. Con ella. El joven fotógrafo Amauris Betancourt escala un peldaño más en su breve pero ya bien encaminada carrera, la cual cuenta con no pocos logros. En lo obra del fotógrafo se observa la mirada inquieta, atenta al suceder que indica el diario tránsito de de la vida, los gestos que revelan al hombre en su actuar sobre la tierra.La muestra exhibe 50 fotos seleccionadas tras un arduo trabajo de decantación, muy complejo si se tiene en cuenta que la labor de un reportero acumula imágenes con un incremento casi exponencial. Esta se acrecienta con los días debido a la afinación de su perspicacia, la familiaridad con el oficio y el arraigo de una necesidad inefable de apresar instantes. Pero, como se trataba de una suerte de panorama que mostrara, más que del arte del fotógrafo, el arte de cultivar un país a lo largo de este medio siglo – lo cual no implica que se haya descontado el factor de calidad al elegir–, pues ha impuesto estrictos lindes el artista. Sin embargo, Amauris sale airoso. Aquí están, de una manera u otra, representadas las distintas contingencias de un colectivo humano que se esfuerza y despliega su potencial en disímiles vericuetos de la existencia: el trabajo, el estudio, el arte, el deporte, la recreación. En fin, la multiplicidad de la vida. Si nos fijamos bien hay tres temas que afloran reiteradamente conformando la espina vertebral de esta muestra. En primer lugar, grupos humanos. Si bien hay unas excelentes fotos dedicadas a personalidades de la cultura – Mario Kindelán, Silvio, Nicolás de la Peña, Estela, Solás, Frank Fernández, no es la individualidad lo que prima, sino el movimiento de colectivos.
Esto es significativo pues constituye un aspecto determinante del proceso que hemos vivido en estos años. Unos hombres unidos a otros, vinculados, actuando en un propósito común. Otro aspecto que se observa es el tesón de la vida. Seres que se esfuerzan, que dan el todo de sí en una tarea. Bien sea la instalación de un trasbordador de níquel o unas líneas de lata tensión o el escenario de un teatro, el estadio de pelota o el aula. Pero siempre hay gente haciendo, asumiendo sus puestos en la lidia con la vida. El tercer tema, no menos interesante, es el de gestos que sintetizan un componente significativo de la existencia. El héroe deportivo a la sombra del otro héroe mayor, con igual actitud meditativa; las manos del reportero que fija los datos que posteriormente conformarán la nueva que recorra el mundo; el director artístico o el técnico de audio que velan con meticulosidad lo que hacen; el barbero que cumple con pulcritud su papel mientras refleja el tiempo transcurrido; la escolar dormida con la bandera vigilante en su mejilla; la ruda mano que sostiene el garabato en el descanso de la faena. Son estos a mi modo de ver, los instantes más altos de la muestra, por la calidez y hondura en reflejar al hombre en su cotidianidad y, a la vez, su grandeza. Amauris define muy certeramente sus asuntos. Trabaja debidamente los encuadres para exponer lo que trata y evitar ambigüedades indebidas. Gusta de los contrastes de las líneas, así como los matices de la luz que revelan la dinámica del objeto fotografiado. En fin, que sabe demostrar la intencionalidad que lo mueve, pues sin esto no hay arte. Felicitemos al artista por esta exposición fotográfica bien balanceada y expresiva en amplio espectro. El arte presentado roza la altura del evento que homenajea. Ya lo dije al principio: “El ojo que ves no es/ ojo por que tú lo veas; / es ojo porque te ve”, nos ve, todo lo ve y lo ve con simpatía, con delicadez, con pálpito de hombre atento.

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